La mayoría de personas que disfrutan creando con hilo y aguja coinciden en que una de las cosas más gratificantes de esta actividad es el tiempo que le dedicamos. Es un momento para desconectar de la rutina, para volver a conectar con nosotras mismas; una herramienta para bajar el ritmo y simplemente disfrutar del movimiento de nuestras manos.
Siempre digo que para mí una de las cosas más bonitas que tiene el textil y que quizás no me han dado otras técnicas es la experiencia sensorial: el roce del hilo deslizándose entre los dedos, el tacto de las telas, el brillo de las agujas y las tijeras…
No sé si a ti también te pasa, pero de verdad que cuando me siento a bordar y voy poniendo materiales sobre la mesa yo ya soy feliz. Incluso antes de enhebrar la aguja, soy feliz al rodearme de tantas cosas bellas que tienen un montón de significado para mí.
El bordado como práctica creativa
Me gusta que mi práctica textil forme parte de mi vida cotidiana, poder ir contando historias con hilo a partir de mis propias experiencias; incorporar recuerdos y detalles de mi vida…
Por eso me parece que la palabra clave de hoy es ésa: práctica. Porque al menos yo así lo siento, el tiempo de bordado es mi práctica creativa.
Es un momento que me dedico a mí misma, un regalo como decía, que me hago tan a menudo como puedo para conectar con mi creatividad y jugar sin exigencias.
Y ojo, esto no se trata de cantidad sino de calidad: independientemente del tiempo efectivo que le puedas dedicar, ya sea un ratito cada día o una tarde de vez en cuando; estarás de acuerdo conmigo en que en el preciso momento en que enhebras una aguja se crea un espacio propio, un paréntesis, que es sólo para ti.
De alguna manera yo lo siento como un refugio, una pausa para conectar con el momento presente, meditar en el movimiento de mis manos y dejarme llevar. Para mí es un auténtico momento de mindfulness, mindfulness textil se podría decir.
Por eso hoy te quiero contar un poquito más sobre mi propia práctica: cómo diseñé una rutina, un ritual creativo a mi medida y mi diario bordado particular:

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Responsable: Verónica A. Novoa Flores, titular del website estudioveronovoa.es. Finalidad: conectar contigo y enviarte emails regularmente sobre temas de automatización. Legitimación: consentimiento del interesado (es decir, tú), al enviar el formulario. Destinatarios: los datos no se cederán a terceros salvo en los casos en que exista una obligación legal. En todo caso, los datos que nos facilitas están ubicados en servidores cuya sede se encuentra dentro del territorio de la UE o gestionados por Encargados de Tratamiento acogidos al acuerdo “Privacy Shield”, aprobado por el Comité Europeo de Protección de Datos. Derechos: acceder, rectificar y suprimir los datos, así como otros derechos, como se explica en la información adicional.
Un ritual de mindfulness textil a la medida de mis manos
Como digo intento tomarme el tiempo de bordado como un auténtico ritual, porque el hecho de crear una liturgia, una ceremonia, alrededor de esta tarea me ayuda a estar plenamente consciente y presente de este momento que me estoy dedicando.
Creo que es indispensable para realmente recoger todos los beneficios de esta actividad. No se trata de empezar a bordar con el único propósito de terminar; para mí se trata de cuidar la calidad del momento: enfocarme en el proceso y disfrutar de la calma a mi alrededor.
Enfocarlo de esta manera me garantiza que, pase lo que pase, lo voy a disfrutar. Y digo pase lo que pase contando con que muchas veces mi ratito de bordado va a ser para deshacer algo que me salió mal.
Calentar una infusión, poner lago de música, encender una vela…
Sé que es una imagen muy peliculera, pero de verdad me ayuda a honrar el momento.
Otra tarea que me ayuda un montón es llevar una bitácora, un diario bordado, un journal creativo… como lo quieras llamar.
En él voy anotando proyectos que me apetece realizar, técnicas que quiero probar, ideas, conceptos, guardo recortes de inspiración… Y cada vez que me voy a sentar a bordar, mientras se calienta la infusión le echo un vistazo para ver dónde estaba.
Porque lo más normal del mundo, incluso aunque dediques tiempo al bordado cada día, es que cuando empiezas de nuevo en esos primeros minutos te equivoques. Pasa siempre, es hasta que las manos se calientan y vuelven a fluir. Por eso tomo notas para minimizar esos errores que son por simple despiste, aunque como digo lo más normal es que ocurran.
Y no pasa nada, se corrigen y listo.
Espero que estas palabras te ayuden a ti también y te motiven para ponerle un poquito más de consciencia a ese ratito que le dedicas al hilo y a la aguja.
Ponlo en práctica y después me cuentas, vale?
Un abrazo grande,


Si te apetece crear tu propio ritual y diseñar una práctica creativa a tu medida, descarga gratis la guía que preparé para ayudarte:
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